El amor que empieza en uno

El amor…
Ese territorio donde todos hemos sido héroes, ingenuos, valientes y heridos al mismo tiempo.

El amor es una fuerza que te expande y, a veces, te rompe.
Te hace sentir capaz de todo, incluso de cosas que jamás imaginaste.
Pero también te confronta con tus miedos, tus vacíos y tus límites.

El amor sano es hogar.
No grita, no exige, no manipula.
Te abraza en tus luces, pero también en tus sombras.
No quiere cambiarte: quiere acompañarte.

El amor que duele no es amor;
es apego, es miedo, es costumbre.
Porque el amor no se pide de rodillas ni se sostiene a la fuerza.
El amor real no te hace pequeño, no apaga tu voz, no roba tu calma.

Amar es elegir, no poseer.
Es estar sin encadenar.
Es decir “quiero estar contigo”, no “te necesito para existir”.

A veces el amor llega suave, otras llega después de una tormenta.
A veces se encuentra, otras se pierde… y duele perderlo, pero también enseña.

Porque el amor más importante —y el más difícil—
es el que aprendes a darte a ti mismo.
Cuando ese aparece, entiendes que todo lo que viene después
es solo un reflejo de cómo te tratas, cómo te valoras
y qué crees que mereces.

El amor es hermoso, sí.
Pero el amor más transformador
es el que construyes contigo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *