La depresión no siempre se ve como creemos.
A veces no es alguien llorando…
es alguien que sigue funcionando mientras por dentro se va apagando.
La depresión es silenciosa.
Se esconde detrás de la frase “estoy bien”,
detrás de la risa exagerada,
del humor constante,
de la persona que nunca pide ayuda porque “no quiere molestar”.
La depresión no es falta de fuerza,
no es flojera,
no es dramatismo.
Es una batalla interna que desgasta la energía emocional,
la motivación,
y hasta la capacidad de disfrutar lo que antes hacía sentido.
Y lo más duro es que quien la vive suele sentirse culpable por sentir lo que siente.
Como si tuviera que justificar su tristeza para que otros la validen.
Por eso, si hoy te pesa el alma:
no te exijas ser fuerte,
no tengas miedo de admitir que algo no está bien.
Buscar ayuda es un acto de valentía,
no de fracaso.
Y si conoces a alguien que está luchando en silencio,
recuerda:
a veces un “estoy aquí para ti” puede ser la diferencia entre rendirse y seguir intentando.
La depresión no define tu valor.
Tampoco tu futuro.
Lo que sientes tiene sentido,
y tu vida también.
