Yo: ¿Por qué vienes a visitarme, Tristeza?
Tristeza: Porque en tu corazón hay silencios que necesitan ser escuchados.
Yo: Me haces sentir pesado/a, como si no pudiera avanzar.
Tristeza: No vengo a detenerte, vengo a recordarte que también está bien descansar.
Yo: A veces temo quedarme contigo demasiado tiempo.
Tristeza: No soy eterna. Solo me quedo lo necesario para enseñarte lo que duele, para que lo sueltes poco a poco.
Yo: ¿Y qué pasará cuando te marches?
Tristeza: Habrá espacio para la calma… y, cuando sea el momento, para la alegría.
Está bien sentir tristeza. No significa debilidad, sino humanidad. Permítete llorar, respirar y escuchar lo que tu corazón necesita decir. La tristeza no es eterna: es una visita que viene a enseñarte a soltar y a valorar más los momentos de calma. Trátate con la misma ternura con la que acompañarías a alguien que amas, porque mereces tu propio cuidado.
